En plena Cuaresma, se acerca ya la Semana Santa, tiempo pascual en el que celebramos el sacrificio que Jesús hizo por todos nosotros, por los seres humanos de todo tiempo y lugar. Es una época especial para los católicos, muy adecuada para hacer oración, aunque para ello cualquier tiempo del año es bueno.
Decía Santa Teresa de Jesús (1515-1582) en su famosa obra Las moradas que nuestra alma es "como un castillo todo de diamante y muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas" y más adelante, sobre la oración, señala que "la puerta para entrar en este castillo es la oración y consideración; no digo más mental que vocal, que como sea oración, ha de ser con consideración" (Morada I, Capítulo 1).
Tratemos de entrar en ese castillo de nuestras almas haciendo alguna oración, sea mental o vocal, y con consideración. Para ello y para celebrar la Semana Santa os propongo una oración tradicional. Se trata del Te Deum (literalmente, "A ti, Dios"), himno tradicional de la Iglesia católica, atribuido a San Ambrosio (340-397), obispo de Milán. Es un himno muy usado en ciertas celebraciones, como las canonizaciones, o con ocasión de la elección de un nuevo Papa en la Iglesia, aunque también se canta en la Liturgia de las Horas.
Como siempre, dejo el himno en latín y su correspondiente traducción al castellano, para que podáis leer el original y la versión castellana. Y tal vez, si os gusta y tenéis un ratito, podáis rezarlo.
TE DEUM (TEXTO EN LATÍN)
te Dominum confitemur.
Te aeternum patrem,
omnis terra veneratur.
Tibi omnes angeli,
tibi caeli et universae potestates:
tibi cherubim et seraphim,
incessabili voce proclamant:
Sanctus, Sanctus, Sanctus
Dominus Deus Sabaoth.
Pleni sunt caeli et terra
majestatis gloriae tuae.
Te gloriosus Apostolorum chorus,
te prophetarum laudabilis numerus,
te martyrum candidatus laudat exercitus.
Te per orbem terrarum
sancta confitetur Ecclesia,
Patrem immensae maiestatis;
venerandum tuum verum et unicum Filium;
Sanctum quoque Paraclitum Spiritum.
Tu rex gloriae, Christe.
Tu Patris sempiternus es Filius.
Tu, ad liberandum suscepturus hominem,
non horruisti Virginis uterum.
Tu, devicto mortis aculeo,
aperuisti credentibus regna caelorum.
Tu ad dexteram Dei sedes,
in gloria Patris.
Iudex crederis esse venturus.
Te ergo quaesumus, tuis famulis subveni,
quos pretioso sanguine redemisti.
Aeterna fac
cum sanctis tuis in gloria numerari.
Salvum fac populum tuum, Domine,
et benedic hereditati tuae.
Et rege eos,
et extolle illos usque in aeternum.
Per singulos dies benedicimus te;
et laudamus nomen tuum in saeculum,
et in saeculum saeculi.
Dignare, Domine, die isto
sine peccato nos custodire.
Miserere nostri, Domine,
miserere nostri.
Fiat misericordia tua, Domine, super nos,
quem ad modum speravimus in te.
In te, Domine, speravi:
non confundar in aeternum.
TE DEUM -"A TI, DIOS"- (VERSIÓN CASTELLANA)
A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios de los ejércitos.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra, te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el Reino de los Cielos.
Tú sentado a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día has de venir como juez.
Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.
Que paséis unos felices días de Semana Santa en compañía de vuestros familiares y amigos, que descanséis y, si os queda un hueco libre, rezad porque hay muchas necesidades en el mundo. Que Dios os bendiga a todos y la Santísima Virgen os proteja siempre. Hasta pronto, amigos.
6 comentarios:
Entiendo muy bien las palabras de Sta. Teresa. Para llegar a lo más profundo de uno mismo, uno necesita discernimiento y oración. El discernimiento viene de Dios, luego está ligado a la oración.
Yo prefiero los salmos. En cualquier caso, practico la Adoración y para ella no hacen falta ni textos ni palabras.
Un texto, por otra parte, muy acertado para este tiempo. He leído algunos escritos de San Ambrosio, pocos a decir verdad; una mente lúcida la suya.
Querida amiga:
Muchas gracias por tu estupenda aportación. Yo soy muy tradicional y practico la oración vocal y la mental. Me gustaría tener más vida de oración, pero el tiempo me persigue...
Saludos y ahora voy a verte a tu blog
¡No le dejes al tiempo ganar la batalla!, ¡no le dejes!
Gracias por el consejo, amiga, pero me temo que en ese campo tengo la batalla perdida...
Saludos
La biografía definitiva. Y cara: Ian Ker: Chesterton
Muchas gracias por el enlace, Emilio.
Yo sólo conocía otras dos biografías, bastante buenas, sobre todo la de Joseph Pierce, pero esta tiene muy buena pinta.
Abrazos
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