jueves, 1 de noviembre de 2012

TODOS LOS SANTOS Y FIELES DIFUNTOS...

Hoy, día de Todos los Santos y mañana 2 de noviembre, de los Fieles Difuntos, celebramos dos festividades de enorme tradición en nuestra Santa Madre, la tan vejada, atacada y perseguida Iglesia católica, apostólica y romana, atacada tanto como siempre, en cumplimiento de lo que el propio Jesucristo le vaticinó, aunque también dijo que "las Puertas del Infierno no prevalecerán contra Ella".

También se celebra en otras iglesias cristianas, en las que el recuerdo de los santos de todos los tiempos y de los fieles difuntos en Cristo, Nuestro Señor, siempre ha sido motivo de grata memoria, de oración por las almas, de un nuevo reeencuentro con Dios y con toda la familia de la Iglesia universal, la que desde tiempo inmemorial, desde Abraham hasta hoy, pasando por el Nacimiento, Infancia, Vida terrena, Predicación evangélica, Pasión y Muerte en la Cruz de Cristo, con su Resurrección y Ascensión al cielo, ha caminado por 'este valle de lágrimas'. 

Hoy quisiera recordar a Todos los Santos, a los Mártires, a las Vírgenes, a todos los que en su día fueron amigos del Señor, a todos aquellos que le siguieron, le escucharon y luego predicaron su Palabra. 

Y mañana quisiera recordar a los Fieles Difuntos, a todos los que, desde su humildad y su silencio, desde su vida de oración y fe en Cristo y en Ntra. Señora, la Virgen María, pasaron por los caminos y vivieron en casas, desiertos o palacios, en monasterios o conventos, en claustros o en pisos sin luz ni calefacción o electricidad, pero se vieron felices por poseer el mayor tesoro que puede haber en la Tierra, el cual es confiarse en Dios, en su divina Providencia y vivir con fe, esperanza y caridad, mientras esperamos la gloriosa venida de Ntro. Señor Jesucristo.

Que todos ellos, santos y santas de Dios, que todos ellos, nuestros familiares y amigos ya difuntos, recen por la paz en el mundo y por nosotros, como nosotros rezamos con ellos, en plena comunión de todos los santos, creyendo en el perdón de los pecados y la resurrección de la carne y en la vida en el mundo futuro, ese nuevo mundo, esa nueva Tierra que se anuncia con palabras tan esperanzadoras en el Apocalipsis de San Juan, cuando dice: "Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva. Habían desaparecido el primer cielo y la primera tierra y el mar ya no existía. Vi también bajar del cielo, de junto a Dios, a la ciudad santa, la nueva Jerusalén, ataviada como una novia que se adorna para su esposo." (Ap 21, 1-2, La Biblia, ed. de La Casa de La Biblia, PPC. Sígueme, Verbo Divino, 1992, pág. 1894)

Aunque esta es una página atípica y no sea una entrada de las de 'Oraciones tradicionales', no me gustaría terminar sin dejaros una oración. Dejaré su explicación para otro día, aunque puede hallarse mucho en internet sobre ella. Es la antífona "Ubi cáritas". Podría haber escogido otra pero... 

No sé, juzgad vosotros si puede o no corresponder con estos dos días festivos y de recuerdo a nuestros santos y fieles difuntos. 

En la Comunión con Padre, Hijo y Espíritu Santo, con María y todos los amigos del Señor, ahí mismito, tal vez un día "nos volveremos a encontrar..."  

Va la oración en latín y una traducción:
 
ORIGINAL EN LATÍN

Ubi caritas et amor, Deus ibi est.
Congregavit nos in unum Christi amor.
Exsultemus, et in ipso jucundemur.
Timeamus, et amemus Deum vivum.
Et ex corde diligamus nos sincero.
Ubi caritas et amor, Deus ibi est.
Simul ergo cum in unum congregamur:
Ne nos mente dividamur, caveamus.
Cessent iurgia maligna, cessent lites.
Et in medio nostri sit Christus Deus.
Ubi caritas et amor, Deus ibi est.
Simul quoque cum beatis videamus,
Glorianter vultum tuum, Christe Deus:
Gaudium quod est immensum, atque probum,
Saecula per infinita saeculorum. Amen.


VERSIÓN CASTELLANA

Donde hay caridad y amor, allí está Dios.
El amor de Cristo nos ha congregado y unido. 
Alegrémonos y deleitémonos en Él. 
Temamos y amemos al Dios vivo. 
Con sincero corazón amémonos unos a otros.


Donde hay caridad y amor, allí está Dios.
Estando congregados y unidos, 
cuidémonos de estar desunidos en espíritu. 
Cesen las malignas rencillas, cesen los disgustos.
Y Cristo nuestro Dios reine entre nosotros.


Ojalá junto con los bienaventurados 
veamos también tu rostro en la gloria
¡oh Cristo Dios nuestro! Este será el gozo 
santo e inefable por los siglos de los siglos.


Amén


Que seáis muy felices, amigos, que Dios os bendiga y Nuestra Señora os guarde siempre.