viernes, 25 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD... A TODOS... !!! (Adeste fideles...)



... FELIZ NAVIDAD... 
... A TODOS... !!!

Adeste fideles, laeti triumphantes (Venid fieles todos, alegres y triunfantes)
Venite, venite in Bethlehem (Venid, venida BELÉN)
Natum videte, regem angelorum (Contemplad al niño, Rey de los ángeles)
Venite adoremus, venite adoremus (Venid y adoremos, venid y adoremos)
Venite adoremus Dominum. (Venid y adoremos al Señor).


En grege relicto, humiles ad cunas, vocati pastores approperant.
(Ved cómo, dejando el rebaño, humildemente hacia la cuna rápidamente se acercan los pastores al ser llamados,)
Et nos ovanti gradum festinemus. (Y nosotros apresurémonos con paso alegre.)
Venite adoremus, venite adoremus (Venid y adoremos, venid y adoremos)
Venite adoremus Dominum. (Venid y adoremos al Señor.)


Aeterni Parentis splendorem aeternum, (El esplendor eterno del Padre Eterno)
Velatum sub carne videbimus (Lo veremos oculto bajo la carne)
Deum Infantem, pannis involutum. (Al Dios Niño envuelto en pañales)
Venite adoremus, venite adoremus (Venid y adoremos, venid y adoremos)
Venite adoremus Dominum. (Venid y adoremos al Señor.)


Pro nobis egenum et foeno cubantem, (Por nosotros pobre y acostado en la paja)
Piis foveamus amplexibus: (Démosle calor con nuestros cariñosos abrazos)
Sic nos amantem quis non redamaret? (A quien así nos ama ¿quién no le amará?)
Venite adoremus, venite adoremus (Venid y adoremos, venid y adoremos)
Venite adoremus Dominum. (Venid y adoremos al Señor.)

sábado, 19 de diciembre de 2009

AQUELLOS CUENTOS DE CHESTERTON…


AQUELLOS CUENTOS DE CHESTERTON…

EL CANDOR, LA SABIDURÍA, LA INCREDULIDAD, EL ESCÁNDALO, EL SECRETO de…

...El Padre Joshua Brown,
de la Parroquia de St. Paul, en Norfolk…

…Y de su amigo, el Detective Monsieur Hércule Flambeau,

Y del francés Inspector Valentine, y de…



…el Detective OLIVER J. QUILLS…

EN

….El sueño de los justos:

El señor Algernon Crane, Jr., vecino de Bristol, descubre con horror, mirando a través del cristal de la ventana, que su padre, el señor Henry A. Crane, yace muerto en su cama, tal vez muerto de un disparo en la frente o tal vez envenenado.

Hay un revólver en el suelo, una taza de té derramada, una pipa sucia y un libro abierto.

Algernon Crane no ha logrado entrar en el cuarto donde yace muerto su padre, porque la puerta está cerrada a cal y canto, con llave y desde dentro.

INTERROGANTES:

1.-¿Cómo murió el Sr. Henry A. Crane?
2.-¿Cómo entró el asesino? ¿Cómo salió?
3.-¿Quién deseaba su muerte?
4.-¿Dispararon el revólver?
5.-¿Envenenaron el té?
6.-¿Por qué cerraron con llave desde dentro?
7.-¿Se habrá suicidado el viejo Sr. Henry A. Crane?
 
Todas estas preguntas tendrán sus respuestas.
De momento, sean felices, sueñen con las angelitas y angelitos y no se preocupen. 


El caso quedará resuelto gracias a que el Jovencísimo Detective de Scotland Yard de Bristol,
El Sr. Oliver J. Quills investigará el caso para todos ustedes.


Le ayudará su esposa, Miss Jane Katherine Quills, y sus amigos, a los que todos ustedes irán conociendo si gustan de visitarnos…

miércoles, 9 de diciembre de 2009

RECUERDOS DE INFANCIA Y ADOLESCENCIA (2)


RECUERDOS DE INFANCIA Y ADOLESCENCIA (2)


La infancia es ese espacio maravilloso y ese tiempo irrecuperable en el que se va forjando la personalidad de cada uno, donde se descubre el mundo y se forman las impresiones, las sensaciones e ideas que nos acompañarán durante buena parte de nuestra vida.  

Al repasar los primeros capítulos de la Autobiografía (Autobiography, 1936) de G. K. Chesterton, encontramos algunos recuerdos de su infancia y adolescencia realmente curiosos, significativos de la sociedad victoriana en la que le tocó vivir y relevantes para entender el carácter de este autor. 

Esas memorias de infancia nos revelan muchos datos acerca de su forma de ser y de las personas que rodearon su infancia. En esta entrada continuamos repasando algunas de esas vivencias infantiles y juveniles, cuya lectura a buen seguro os resultará interesante. Cito según la última edición castellana de la Autobiografía (Barcelona, Editorial El Acantilado, 2003; traducción de Olivia de Miguel). Hoy os ofrezco varios fragmentos donde Chesterton habla de su familia, en especial de su abuelo y de su padre, con una divertida anécdota al final.

En primer lugar, nos referiremos al abuelo paterno de Chesterton, Arthur, el cual
era, en sus propias palabras, "un hermoso anciano, de pelo y barba blancos, y modales que tenían algo de aquella solemnidad refinada que solía ir acompañada de la obsoleta costumbre de ofrecer brindis y dedicatorias. Mantenía la vieja costumbre cristiana de cantar en la mesa..." (págs. 9 y 10).

En efecto, en algunas narraciones del autor se alude a esta vieja costumbre de cantar en la mesa. Estas canciones versaban, en general, sobre temas patrióticos ingleses (Trafalgar, Waterloo) y acompañaron la infancia de Chesterton en el ámbito más familiar, de modo que la poesía, aunque fuera tan retórica como estas canciones, estuvo presente en su vida desde siempre. Luego volveremos sobre esto.

Más adelante, al hilo de los modales refinados y ceremoniosos, nos cuenta que un hombre que entró en el negocio inmobiliario de los Chesterton en Kensington pidió ser presentado al abuelo. Se acercó a él y con un sinfín de alabanzas y reverencias, le dijo: "Señor, es usted un monumento, todo un hito", lo que halagó al abuelo, quien replicó que llevaban bastante tiempo en Kensington dedicados al negocio de la venta de fincas. Después, el hombre añadió: "Es usted un personaje histórico; usted ha cambiado por completo el destino de la Iglesia y el Estado", lo que, según Chesterton, debió ser interpretado por el abuelo como una forma poética de describir el éxito de su agencia inmobiliaria. Pero Edward, el padre de Chesterton, enseguida se dio cuenta de que el desconocido se refería a las controversias entre las ramas liberal y conservadora de la Iglesia anglicana, y más concretamente al caso de "Westerton contra Lidell", sobre una denuncia que un miembro de una cofradía protestante hizo contra un párroco por algún delito de papismo ("posiblemente el de vestir una sobrepelliz", p. 11, comenta el autor con ironía). El extraño remató su catarata de alabanzas con estas palabras: "Y sólo espero que usted apruebe ahora cómo se llevan los servicios de la parroquia", a lo que el abuelo contestó cordialmente que a él no le importaba cómo se llevaban. De resultas de lo cual, el padre de Chesterton se vio obligado a aclararle al desconocido que ellos se llamaban Chesterton y no Westerton. Con todo, al abuelo le encantó que, aunque fuera por error, le llamaran "monumento" e "hito".

Gracias a esa costumbre de su abuelo de cantar en las comidas y, sobre todo, a la afición de su padre por la literatura, Chesterton conocía la poesía inglesa de memoria desde que era muy pequeño ("...yo me sabía gran parte de ella mucho antes de que pudiera entenderla", p. 14). Así, cuenta que un buen día, a los seis o siete años de edad, iba andando por la calle recitando totalmente emocionado estos versos de William Shakespeare:

Buen Hamlet, desecha esa tristeza que te agobia / y miren tus ojos como amigo al rey de Dinamarca, / no tengas para siempre baja la mirada / buscando en la tierra a tu esclarecido padre...

"y en aquel preciso instante me di de narices contra el suelo" (p. 15). La anécdota, además de ser simpática y divertida, revela muy bien ese conocimiento de la poesía inglesa que tenía su autor y que, sin duda alguna, influyó con el tiempo en su decisión de ser escritor.



RECUERDOS DE INFANCIA Y ADOLESCENCIA (1)

RECUERDOS DE INFANCIA Y ADOLESCENCIA (1)


Resulta tópico decir que la infancia es el paraíso perdido del ser humano, y seguro que para la mayoría de las personas lo es, aunque otros muchos dirán, sin duda, que su infancia fue más bien un infierno. En cualquier caso, infierno o paraíso, la infancia es la edad de la inocencia, de la ilusión, de siempre ver el mundo con luz nueva. No niego que en ocasiones se den en ella momentos de desengaño, de angustia y de tristeza, pero algo poderoso y magnético debe de tener la infancia cuando casi todos la recordamos con alegría y, en cierto modo, la añoramos.

Hoy he querido traeros algunos recuerdos y reflexiones de Chesterton acerca de la infancia y la adolescencia, esto es, sobre su infancia y adolescencia. Las he extraído de su Autobiografía (Autobiography, 1936), libro que se publicó al poco tiempo de morir su autor. Es una suerte que lo dictase a tiempo, además de que es toda una joyita literaria por las apreciaciones que Chesterton hace de su época y de sus contemporáneos. Como enseguida comprobaréis, son recuerdos contados de forma jocosa y festiva, algunos realmente divertidos, y que pueden darnos pie a evocar nuestra propia infancia. Las citas de las páginas están extraídas de la edición más reciente que se ha publicado en castellano (Barcelona, Editorial El Acantilado, 2003; traducción de Olivia de Miguel) y que, por cierto, es magnífica. Asimismo, he de decir que
también poseo la edición en inglés, gracias a que mi hermano me la trajo de Inglaterra, por lo que siempre le estaré agradecido, evidentemente, como por tantas otras cosas.

Os decía que las anécdotas vienen referidas de forma jocosa y divertida. En efecto, el libro comienza con estas curiosas palabras:

"Doblegado ante la autoridad y la tradición de mis mayores por una ciega credulidad habitual en mí y aceptando supersticiosamente una historia que no pude verificar en su momento mediante experimento ni juicio personal, estoy firmemente convencido de que nací el 29 de mayo de
1874, en Campden Hill, Kensington, y de que me bautizaron según el rito de la Iglesia anglicana en la pequeña iglesia de St. George..." (p. 7)

Este sorprendente inicio es propio de Chesterton, que en muchas de sus narraciones literarias usaba este procedimiento de impactar desde el principio. Sigue hablando de su nacimiento, y escribe:

"Nací de padres respetables pero honrados, es decir, en un mundo en el que la palabra 'respetabilidad' aún no era un insulto, sino que todavía conservaba una débil conexión filológica con el hecho de ser honrado. [...] Mi padre, un hombre sereno, con humor y muchas aficiones, comentó de pasada que le habían pedido que formara parte de la junta parroquial, lo que entonces se llamaba The Vestry. Al oírlo, mi madre, que era más rápida, inquieta y en general más radical en sus impulsos, lanzó una especie de alarido de dolor y dijo: '¡Oh, Edward, no lo hagas! ¡Te volverás respetable! Nunca hemos sido respetables y no vamos a empezar a serlo ahora.' Y recuerdo cómo mi padre le respondió apacible: 'Querida, dibujas un panorama bastante sombrío de nuestras vidas cuando dices que no hemos sido respetables ni un solo momento" (pág. 8).

El padre, Edward Chesterton, al que todos llamaban "Mr. Ed", era realmente un hombre muy singular. Desempeñaba su profesión de agente inmobiliario de fincas en Kensington pero, como el propio G. K. C. comenta, sus auténticas pasiones eran otras, pues tenía otras muchas aficiones artísticas y literarias. Una de ellas, por ejemplo, era de la construir pequeños teatros con los que divertía a sus hijos. La madre, Marie Louise Grosjean, de procedencia francesa, era una mujer activa y sensible, dotada especialmente para las artes plásticas. Si del padre heredó la pasión por la literatura, en general, y por la literatura inglesa, en particular, de la madre heredó sus dotes para el dibujo y la pintura. El matrimonio tuvo primero una hija, Beatrice, que murió siendo muy pequeña, de forma que sólo quedó en Chesterton un recuerdo muy vago de ella. Luego vino Gilbert y después su hermano Cecil pero, con vuestro permiso, dejaremos para una próxima ocasión la referencia a las anécdotas que protagonizó junto a su entrañable y polemista hermano.

Tiempo habrá también de comentar algunas anécdotas más, por ejemplo las que refiere sobre su abuelo, Arthur Chesterton, pero no quisiera concluir sin citaros una vivencia más, extremadamente significativa de la educación de aquella época victoriana:

"Pronto descubrí, con la malicia propia de la infancia, que mis mayores tenían verdadero terror a que imitásemos la entonación y dicción de los criados. Me cuentan (por citar otra anécdota de oídas) que, en cierta ocasión, hacia los tres o cuatro años, gritaba pidiendo un sombrero colgado de una percha y que, al final, en plena convulsión furiosa pronuncié las terribles palabras: 'Si no me lo dais, diré zombrero'. Estaba seguro de que aquello pondría de rodillas a todos mis parientes en leguas a la redonda" (p. 14).

En el texto original, Chesterton se refiere a pronunciar 'sombrero' (hat) sin hacer la suave aspiración de la 'h' inglesa, pero la traductora de esta edición, Olivia de Miguel, ha conseguido verterla al castellano de forma ingeniosa. Dicho de pasada, es una excelente traducción.

Como habréis comprobado, son pequeñas evocaciones de infancia, una infancia feliz y divertida, pero también son recuerdos muy ilustrativos no sólo de la personalidad de Chesterton, sino de la forma de ser de sus mayores y de cómo se vivía en la rígida y un tanto hipócrita sociedad de la Inglaterra victoriana.

En próximas entregas de esta serie de 'Recuerdos de infancia y adolescencia' podréis descubrir otras anécdotas igual de interesantes que éstas. Espero de todo corazón que os hayan gustado.



domingo, 22 de noviembre de 2009

EL HOMBRE ETERNO

"EL HOMBRE ETERNO"


En 2007 Ediciones Cristiandad ha reeditado una nueva traducción al español de El Hombre Eterno (The Everlasting Man) escrita por Chesterton en 1925, poco después de convertirse al catolicismo oficialmente. Esta edición incluye un prólogo de Juan Manuel de Prada, autor que presenta muchas relaciones con Chesterton e incluso diría que su lectura le ha influido, en la consideración de ciertos temas. El libro lo compuso, según dicen, como una respuesta a otro de Herbert George Wells (Outline of History), una especie de historia de la humanidad en la que habla de Jesús como simple hombre mortal. Chesterton, siempre dispuesto a la controversia, polémica dialéctica y por escrito, en defensa del cristianismo, compuso este libro de El Hombre Eterno como una suerte de novela sobre la historia de la humanidad, en dos partes: primero, la historia de Cristo, y luego la historia del Cristianismo. Es la narración acerca del hombre (de la criatura llamada hombre) y la narración acerca del Hombre Eterno, es decir, de Cristo (del hombre llamado Cristo).

Esta obra en concreto influyó muchísimo en la conversión del célebre escritor Clive Staples Lewis, el autor de los libros de Narnia, como él mismo confesó en carta a unos amigos suyos, hacia los últimos años de 1940. A tal punto le influyó, que en esas cartas revelaba que El Hombre Eterno bautizó su intelecto, considerando el libro como el mejor volumen de apologética cristiana. 


Chesterton inicia su libro con estas maravillosas palabras:

Hay dos formas de llegar a casa, una de ellas es permanecer en ella y la otra es caminar a través de todo el mundo hasta que volvamos al mismo lugar
.

Como en el viaje de Ulises a su casa, Chesterton escribió el libro para todos aquellos que no habían logrado llegar a la casa (es decir, a la Casa de la Iglesia Católica) de la primera forma, animándoles a hacerlo de la segunda manera.

Conservo este libro en una edición de la editorial mexicana Porrúa, que tiene mil años, por lo menos, pero por la que guardo un especial cariño. El libro, en efecto, se lee como una novela y, aprovechando que no hace mucho ha vuelto a ver la luz en esta excelente edición, os invito a que lo descubráis. Estoy seguro de que no os defraudará y, para los que os desenvolváis en inglés, podéis leerlo en Internet, en la página a la que os remito aquí mismo: The Everlasting Man.

Espero que os guste su lectura. Tal vez pueda serviros para llegar a casa...


sábado, 14 de noviembre de 2009

Los soñadores del Gueto: De Cervantes a Zangwill


LOS SOÑADORES DEL GUETO

Como un personaje más de su novela, Miguel de Cervantes, tras dejar con las espadas en alto al ingenioso hidalgo Don Quijote y al vizcaíno fingido, sin saber cómo continuaría esa historia, escribe estas palabras: «como yo soy aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía y vile con caracteres que conocí ser arábigos» (Quijote, I, cap. 9). 


En esos cartapacios con caracteres arábigos encontraría la continuación de la historia de Don Quijote, narrada por el historiador Cide Hamete Benegeli. La interrupción de la narración del episodio del vizcaíno fingido, el hacerse pasar por personaje y la invención de un narrador secundario como Cide Hamete son algunas de las más afortunadas innovaciones novelísticas del genial Don Miguel. Pero no es de esto de lo que deseaba hablaros.

Traigo esta referencia cervantina a cuento de algo que me sucedió hace unos días. Aunque no sean los papeles rotos de las calles, a mí también me gusta pararme a ver los puestos de libros. Así, echando un vistazo a lo que tenían, me topé con un libro que me llamó la atención desde el primer momento. 


El volumen, bastante viejo, tenía las tapas en rojo y al abrirlo descubrí que se trataba de Traümer des Ghetto, de Israel Zangwill (si pincháis en el nombre os remitirá al artículo que Wikipedia le dedica). El título del libro significa "Los soñadores del Gueto" y es una traducción al alemán de la novela (y conjunto de ensayos sobre Spinoza, Heine y Lassalle) Dreamers of the Ghetto, que apareció en 1898. 

El ejemplar que tenía en mis manos era una primera edición, publicada en Berlín en 1908 y traducida por el Dr. Hanns Heinz Ewers. ¡Un libro que tenía más de un siglo! Fue una gran sorpresa, porque nunca antes había visto ningún libro de ese autor. 

Confieso que no he leído nada de Zangwill, pero sabía que era un escritor inglés, de ascendencia judía, y que además había sido amigo de Chesterton (existe una foto en la que aparecen los dos juntos paseando, pero no he podido encontrarla en Internet). Por cierto que, en un momento de su vida, Chesterton fue acusado de antisemitismo. La amistad con Zangwill, además de muchas referencias sobre Israel y la historia del pueblo judío en algunas de sus obras, desmienten por completo esa injusta afirmación.

En aquel instante, me asaltó la duda de si comprarlo o no. La oferta era dos libros por cinco euros y, aunque era muy barato, lo dejé en el puesto y me marché. No sé leer alemán (ya me cuesta leer inglés, conque alemán, imaginaos...), así que me fui. Más de una vez me ha pasado ver un libro que me gustaba, dejarlo por diversos motivos y cuando, algún tiempo después, me decidí a comprarlo, ya había volado. 


En fin, pudo más mi fetichismo de bibliófilo y, a los pocos días, al pasar por el puesto, me acerqué de nuevo a ver si el librito continuaba allí. En efecto, ahí estaba. Cogí el volumen de Zangwill y otro (Entre bobos anda el juego, comedia de Francisco de Rojas Zorrilla), pagué los cinco euros y me los llevé a casa.

Sé que nunca leeré esa edición y tal vez nunca lea el libro (creo que existe una traducción al castellano), pero me apetecía tenerlo. Pienso en la barbarie que el nazismo alemán perpetró contra los judíos, la tragedia del Holocausto que ahora, con tanta desfachatez, niegan algunos personajes impresentables, y ese sentimiento me estremece al ver el libro. 


Ni Zangwill, que murió en 1926, ni Chesterton, que falleció en 1936, llegaron a conocer aquel horror. Es cierto que a Chesterton no se le pasó por alto el ascenso del nazismo hitleriano y advirtió de sus peligros para toda Europa. Como nosotros sabemos lo que ocurrió, de ningún modo podemos olvidar o negar ese hecho infame y execrable, aunque esto no supone que justifiquemos absolutamente todo lo que hace Israel en la actualidad.

Los soñadores del Gueto tienen derecho a seguir soñando; los soñadores de todos los pueblos del mundo tienen derecho a seguir soñando. 


TENEMOS DERECHO A SEGUIR SOÑANDO...

Frases célebres comentadas (1): Hilaire Belloc

FRASES CÉLEBRES COMENTADAS (1)

Soy consciente de que éste es un blog atípico. Reconozco que apenas hago alusiones a la más candente actualidad. Confieso que las noticias del aquí y ahora pasan, vuelan, sobrevuelan, como las horas (omnia vulnerant, ultima necat: todas hieren; la última, mata) pero, a diferencia de la mayoría de los blogs al uso, no suelen aparecer en estas páginas ni tienen el eco que tal vez merecerían.

Espero que sepáis disculpar esa falta y comprendáis que éste es un blog esencialmente literario, y muy particularmente de homenaje a las figuras de Hilaire Belloc, Gilbert Chesterton, Frances Blogg y todo el mundo que les rodeó, muchos de cuyos problemas y retos siguen siendo, a día de hoy, igual de acuaciantes y trascendentes que entonces.

Lo escribo como justificación a la ausencia de comentarios por mi parte acerca de las noticias de más rabiosa e impactante actualidad (la descomunal cifra de paro, la cita electoral europea, la visita del Papa a Israel y Tierra Santa, el Debate sobre el Estado de la Nación, la gripe porcina...) y para que quede claro que esos temas me preocupan, y alguna vez asoman o han asomado por las ventanas de este sitio, pero no es el tema fundamental del blog ni es mi estilo. Valga como justificante (pese a sonar a excusa) y quede patente mi interés por esos asuntos.

Ocasión habrá de que salgan a relucir en estas páginas, si viene a cuento o tiene uno el día político. Por seguir con los latinajos, diremos con Terencio: nihil humanum alienum a me (nada de lo humano me es ajeno), por más que muchas veces no me meta en honduras y en temas que tanto nos interesan a tantos. Bien sabido es de todos que la actualidad es volandera, huidiza, caprichosa, pasajera, veleta expuesta a mil vientos contrarios, lo que provoca que un blog demasiado centrado en 'el tema del día', por así decirlo, quede desactualizado, por paradójico que parezca, en menos de 24 horas. Este blog no aspira a comentar lo efímero de cada día, sino más bien aquellas cosas que, siendo grandes o pequeñas, importan todos los días y han importado en todas las épocas. Con la excusa de tres personalidades del pasado, se le puede tomar el pulso a la actualidad, hablar de poesía, narrar cuentos o comentar historias policiacas, amén de lo que se nos antoje (Admito sugerencias que deséeis hacerme sobre temas a tratar, literarios o no, políticos o no, religiosos o no. Y lo subrayo. Agradecería vuestras ideas sobre temas que os gustaría ver tratados en estas páginas). Este blog es tan vuestro como mío. Mis manos lo escriben; vuestros ojos le dan vida.

Siento haberme extendido en el preámbulo porque lo que en realidad quería traeros
hoy a vuestra consideración es una nueva entrega de frases célebres. Si la primera fue dedicada al "santo patrón" de este lugar, hoy me gustaría añadir alguna frase famosa del "copatrono", es decir, del contundente, agudo y fidelísimo escritor anglofrancés o galobritánico Hilaire Belloc, de quien ya hemos tratado aquí, pero merece conocer un poco más su pensamiento. Como siempre, comento de forma breve sus palabras y dejo a vuestra libertad que añadáis lo que queráis, si alguna frase os gusta u os llama la atención. Helas aquí:

1.-"El lugar donde uno nace es la envoltura del alma. La iglesia donde uno reza es parte del alma misma".
Belloc era, si cabe, un católico más ferviente que su amigo Gilbert Chesterton. Fue educado en la tradición cristiana y sentía auténtica devoción y demostraba fe en las creencias recibidas de la Iglesia. No es extraño que identifique en esta frase la iglesia como 'parte del alma misma' de cualquier persona. Por cierto que eso le llevó a vivir más de una anécdota, dada la desabridez de su carácter (no olvidéis que le llamaban "Old Thunder", viejo trueno): cuentan que entró a oír misa en la anglicana catedral de Westminster y se arrodilló a rezar. Pasó a su lado un sacristán, que le interrumpió diciéndole: "Disculpe, señor, aquí nos ponemos de pie", y Belloc le espetó: "Váyase al infierno". El sacristán añadió: "Lo siento, señor, no sabía que fuera usted católico".

2.-
"Que la mujer no sea sólo la cocinera del marido, sino que sea también, y ante todo, su compañera espiritual". Hoy que vivimos bajo la pesada dictadura de lo políticamente correcto, esta sentencia tal vez suene a mucha gente un tanto machista o trasnochada, pero sólo si nos quedamos con la primera parte o bien la reducimos a lo que no dice en realidad. Belloc adoraba a las mujeres y, aunque pudo criticar los excesos del insufrible feminismo inglés de principios del siglo XX, siempre defendió a la mujer y su insustituible papel como esposa, madre, amiga, compañera espiritual y, cómo no, trabajadora. Él veneraba a su esposa, Elodie Hogan, con la que tuvo cinco hijos. A tal punto llegó esa adoración que, cuando ella murió, mantuvo cerrado el dormitorio donde compartieron su vida conyugal y cada vez que pasaba por delante de esa puerta se santiguaba y, a veces, dejaba asomar en sus ojos una cristalina lágrima del más puro amor.

3.-
"No hay nada que merezca la fatiga de la victoria como no sea la alegría y el afecto de los amigos". Belloc, los hermanos Chesterton y otros muchos fueron incansables en su defensa de la fe, de la libertad y de la democracia, de
tantos valores por los que merece la pena luchar, pese a la 'fatiga de la victoria'. Les unió una inquebrantable amistad basada en valores inquebrantables.

Cecil, el hermano menor de Chesterton, dio su vida por esos valores en la 1ª Guerra Mundial. El propio Gilbert Chesterton estuvo a punto de morir de agotamiento físico por defender el honor de su hermano en el célebre "Caso Marconi", del que nos ocuparemos en otra ocasión, porque no es demasiado conocido hoy en día pero, visto lo que hoy pasa en España en la prensa con los ataques a periodistas tan relevantes como Federico Jiménez Losantos o César Vidal, entre otros, podríamos encontrar aterradores paralelismos de asedio a la libertad de expresión.

En esa denodada lucha en pro de la libertad de expresión y otras tantas cosas, Belloc y los Chesterton unieron sus caminos, en la seguridad de que esas polémicas casi de caballeros andantes les iban a reportar una considerable e impagable felicidad: la alegría y el afecto de los amigos.

Gracias por vuestra lectura. Un saludo muy cordial a todos, amigos blogueros.

Felices 135 años...! (GKC contra los abortistas)

¡FELICES 135 AÑOS!

No quería que pasase este día, 29 de mayo, sin celebrar con todos vosotros, queridos amigos, el cumpleaños de nuestro querido G. K. Chesterton. De seguir vivo, hoy hubiera cumplido 135 años. Y el 14 de junio celebraremos el aniversario de su fallecimiento y para ese día os tengo preparada una pequeña sorpresa, que espero y deseo que os guste. No será demasiado, así que no os hagáis ilusiones. Chesterton, en su Autobiografía (1936), al comentar su nacimiento, escribe:

"Con esa reverencia y credulidad ciega que me son tan características, cuando de la tradición y de la mera autoridad de mis mayores se trata, me he tragado -sin rechistar y casi supersticiosamente- un cuento que no me fue posible comprobar a tiempo, a la luz de la experiencia del juicio propio. Me hallo, por tanto, firmemente convencido de que nací el 29 de mayo de 1874, en Campden Hill (Kensington) y fui bautizado con arreglo al ritual de la Iglesia Anglicana en el pequeño templo de San Jorge, frente por frente a la gran torre de los Waterworks que dominaba esa altura".

De esta forma tan imaginativa cuenta su nacimiento nuestro autor. Todos aceptamos el hecho de nuestro nacimiento como algo real, sucedido, auténtico, porque ¿iban nuestros padres a engañarnos con un acontecimiento tan maravilloso y tan solemne? Esto me recuerda un chiste de una de las películas de los hermanos Marx a las que soy tan aficionado. Al preguntarle Groucho a Chico que cuándo había nacido, éste le responde: "No lo recuerdo; entonces era muy pequeño".

Creo que uno de los días más hermosos de cualquier ser humano es el día de su nacimiento y por eso todas las culturas, del norte o del sur, del este o del oeste, lo celebran y lo festejan con toda clase de rituales. Por eso es lamentable que exista ese horror llamado 'aborto' y que algunos frivolicen con ese tema. Defendamos la vida, pues es lo más defendible. Defendamos el derecho del niño a nacer, pues es el más fundamental de todos los derechos.

Quisiera terminar esta breve entrada con un poema de Chesterton sobre el tema del aborto. Se llama "By the Babe Unborn" (Por el niño no nacido). Detrás del texto original en inglés, tenéis una traducción al castellano, más o menos aproximada. Espero que os guste, o al menos que os haga reflexionar sobre el tema:


If trees were tall and grasses short,
As in some crazy tale,
If here and there a sea were blue
Beyond the breaking pale,
                
If a fixed fire hung in the air
To warm me one day through,
If deep green hair grew on great hills,
I know what I should do.
                
In dark I lie; dreaming that there
Are great eyes cold or kind,
And twisted streets and silent doors,
And living men behind.
                
Let storm clouds come: better an hour,
And leave to weep and fight,
Than all the ages I have ruled
The empires of the night.
                
I think that if they gave me leave
Within the world to stand,
I would be good through all the day
I spent in fairyland.
                
They should not hear a word from me
Of selfishness or scorn,
If only I could find the door,
If only I were born.

Si los árboles fueran altos y la hierba corta,
como en algún cuento loco,
si aquí y allá el mar fuera azul
más allá de lo aceptable,

si un fijo fuego colgase en el aire
para calentarme tan sólo un día,
si creciese pelo verde en las grandes colinas,
yo sabría lo que debería hacer.

En la oscuridad reposo; soñando
que habrá grandes ojos fríos o amables,
y calles torcidas y puertas silenciosas,
y hombres vivos detrás.

Que vengan las nubes tormentosas: mejor una hora,
y permitidme llorar y luchar,
pues en todas las edades he gobernado
los imperios de la noche.

Pienso que si ellos me dieran permiso
para estar dentro del mundo,
sería bueno durante todo el día
que pasara en el País de las Maravillas.

Ellos jamás oirían de mí
ni una palabra de egoísmo o desprecio,
si tan sólo pudiera encontrar la puerta,
si tan sólo hubiera nacido.

Que todos celebréis vuestros respectivos cumpleaños con mucha alegría 
y que podamos celebrar los cumpleaños de muchos niños.
 
¡Felicidades, Mr. G. K. C! ¡Felices 135 años!
 
Un saludo muy afectuoso, queridos amigos.

Escipión y los niños (Chestertonianos 2009)


ESCIPIÓN Y LOS NIÑOS


Tal día como hoy, 14 de mayo, de hace 73 años, nos dejó el ingenioso y prolífico escritor Gilbert K. Chesterton. Como ya sabéis, este blog está dedicado a su memoria, a la de su esposa Frances Blogg y a su mejor amigo, Hilaire Belloc. Por eso les recordamos en muchas entradas del blog. Hoy no iba a ser menos, pero yo quisiera que este fuese un homenaje especial.



Hace no mucho tiempo recomendé desde estas páginas la lectura de El hombre eterno, libro muy hermoso y lleno de agudas ideas pero bastante largo y, a veces, de difícil comprensión. Pero he aquí que la simpática bloguera Saporima (por razones que aún no me explico) tuvo la amabilidad de leérselo y, por si esto fuera poco, fue tan generosa como para enviarme un largo y sincero comentario sobre sus impresiones acerca del libro.
Como ya hemos creado el Premio de "Chestertonianos del Año 2009”, el galardón principal debe ser para ti, amiga Saporima. Tal vez podamos crear ese premio (u otro parecido), pero de momento, quiero agradecerte la lectura y, sobre todo, la amabilidad al comentarme tu opinión. 

En agradecimiento de amistad, y como pequeño homenaje a Chesterton especialmente en este día, quisiera ofreceros unos fragmentos de un artículo suyo llamado “Escipión y los niños”, sobre algo que le sucedió en 1935, durante su visita a España. He tenido que reducir mucho el texto, pero estoy seguro de que os gustará. Va dedicado especialmente a Saporima:

“Lo que más me sorprendió, en mi primera y última estancia en España, fueron los niños, especialmente los niños pequeños y las relaciones de los padres españoles con los niños pequeños españoles. El cariño entre padres e hijos en este país es uno de los grandes poemas de la Cristiandad. Tiene, como una joya llena de sorpresas, cientos de hermosas facetas [...].

Me encontraba sentado a la mesa de un café con otro viajero inglés y miraba a un niño pequeño que llevaba un arco y unas flechas, que disparaba al azar en todas direcciones y que, periódicamente, volvía a arrojarse triunfante en brazos de su padre, que era uno de los camareros […].

Disparó una de las flechas, que fue a dar a su padre, probablemente porque apuntaba a cualquier otro sitio. Otra nueva flecha vino a darme a mí, cosa que no tiene nada de extraordinario dado que soy un blanco muy voluminoso […].

Mientras yo miraba con interés al niño, el viajero inglés que se encontraba a mi lado interrumpió mi sueño preguntándome bruscamente:

-¿Qué hay en Tarragona digno de verse?

Estuve a punto de contestarle: “¡Pues ese niño del arco y las flechas! Y también el camarero”. Pero logré contenerme a tiempo […]. Manifesté que la catedral era muy hermosa, y añadí con creciente vaguedad:

-Temo no conocer nada concreto acerca de Tarragona. Tengo la nebulosa idea de que Escipión el Africano fue enterrado aquí o nació aquí. No sé cuál de las dos cosas. […] Tenía entendido que era Cartago o la influencia cartaginesa la que prevalecía por estos lugares por aquel tiempo. Cuando le dije todo esto al viajero, me asaltó un pensamiento con la rapidez y el deslumbramiento de un relámpago. […] Intenté decírselo, con lo que debió creer que yo estaba loco de atar.

-¿Hubiera sido lo mismo –pregunté- que ese niño pequeño hubiese sido arrojado a una hoguera en una ceremonia religiosa mientras su familia iba a la iglesia un domingo? Eso es lo que hacían los cartagineses. Adoraban a Moloch y sacrificaban gran cantidad de niños pequeños en un rito religioso regular. Eso es lo que hizo Escipión el Africano: derrotar a Cartago cuando Cartago estaba a punto de derrotar al mundo entero. Como quiera que sea, creo que en esto hay una sutil diferencia entre las cosas.

Mi compañero no contestó nada y yo continué mirando al pequeño arquero. Y pensé que Apolo fue un dios pagano; y me sentí satisfecho de que semejante dios solar acabara con la serpiente púnica, y de que, incluso ante la fe, aquellas antiguas flechas derribaran a Moloch para todos nosotros”.

Un saludo, amigos blogueros, con todo afecto

Dos novedades chestertonianas

DOS NOVEDADES CHESTERTONIANAS

Ayer por la tarde estuve con mi esposa dando una vuelta por el centro de Madrid, y entramos a una de esas grandes superficies donde tienen de casi todo, desde libros hasta ordenadores, pasando por juegos de videoconsola. Queríamos echar un vistazo y la verdad es que los dos tenemos bastante peligro en ese sentido, porque siempre cae algo, una película, un compact disc, un libro... Al final, cayeron cinco libros, pero es que hay que prepararse las lecturas de verano. De ahí este breve post en el que quisiera participaros dos novedades chestertonianas que descubrimos ayer, por si os apetece echarles un vistazo. Ni qué decir tiene que aún no los he leído, pero estoy convencido de que me gustarán.

Se trata de dos libros de G. K. Chesterton, como no podía ser de otra forma: uno es la nueva edición de Herejes (Heretics), publicada por la editorial El Acantilado (compré la 2ª edición, febrero de 2009), con traducción de Stella Mastrangelo. Es un clásico entre los libros de Chesterton. En él se despacha a gusto sobre casi todo, en especial sobre la religión cristiana, las religiones modernas, e incluso el ateísmo moderno; sobre el vegetarianismo; sobre Ibsen; sobre Bernard Shaw; sobre Wells o sobre Kipling. No deja palo sin tocar. Lo dedicó a su padre y es una auténtica joya del pensamiento y del ensayo "estilo made by Chesterton". Se publicó originalmente en 1905, y de esta obra nacería otro libro, su célebre Ortodoxia (Orthodoxy, 1908), que contiene la filosofía personal de nuestro autor y a la que el año pasado le dediqué una entrada. Merece la pena leer ambas, Herejes y Ortodoxia: tal vez sean, junto con El hombre eterno, los tres mejores ensayos de Chesterton.

El otro libro es totalmente nuevo para mí. Afirman los editores que es la primera vez
que se publica y traduce en castellano. Puede ser cierto, no lo pongo en duda. Se trata de Lo que vi en América (What I Saw in America), en una edición de la editorial Renacimiento, de mayo de 2009, con traducción de Victoria León. O sea, como quien dice, acaba de salir del horno. Originalmente se publicó en 1922 y recoge las impresiones de Chesterton acerca de los Estados Unidos, en especial, y de toda América, en general. El libro fue fruto de una larga serie de conferencias que Chesterton dio por gran parte de los Estados Unidos, Canadá y algunos países de América del Sur. Es, por tanto, un libro de viajes, pero con el peculiar estilo irónico y lleno de paradojas del autor inglés. Confieso que, así como he leído Herejes (no en la edición citada, sino en otra más antigua), éste de Lo que vi en América es totalmente nuevo para mí y, en cuanto lo haya leído, os haré saber mi opinión, si os parece. Seguro que es muy interesante y el verano es un buen momento para leer un libro de viajes.

Como imaginaréis, estoy encantado por haber descubierto estas dos novedades chestertonianas. Os deseo que pronto disfrutéis de las vacaciones. Se me ocurre que podéis aprovechar la ventana de comentarios para recomendar libros que hayáis leído o que vayáis a leer durante estas vacaciones. Me gustaría mucho conocer vuestras "lecturas de verano".

Os deseo lo mejor y, como siempre, os envío un afectuoso saludo.

Las Autonosuyas y los Guerreros de la Luz

Otras noticias que en todos los oídos tumba, retumba y va dando tumbos estos días son las de la crisis económica y el fallo de los Magistrados del Tribunal Constitucional a cuento del Estatuto de Cataluña. 

Ya comentamos la dichosa propuesta de financiación autonómica por parte del Gobierno de España. Y se vio -se ve- que sería (y es) ruinosa para el conjunto del Estado español.


Uno de los cánceres de la España actual, aparte de la mala gestión del Gobierno, del paro, del terrorismo y de la rampante corrupción político-social que carcome el Reino de España, es el llamado Estado de las Autonomías, vulgo los reinos de taifas...

Lo vimos con el tema de la financiación autonómica, como ya leímos en Libertad Digital: el Gobierno dará 11.000 millones de euros a las autonomías, sin precisar cuánto para Cataluña. 

Todo, ¿para qué? Ya sabemos lo que vendrá de resultas de esta propuesta: más dinero para Cataluña, de cuyos apoyos políticos es rehén el presidente Zapatero (sobre todo de la izquierda más radical); un poquito más de dinero para Andalucía (el otro buen granero de votos del Psoe) y las demás comunidades autónomas, que se fastidien, por no usar palabras malsonantes.  

Nihil novum sub sole, nada nuevo bajo el sol, ¿verdad? Tanto bombo y autobombo ¿para esto?

* * * * * * * * * * *

Por uno de esos azares de la vida, gracias al blog de Guerrera de la Luz, he descubierto la estupenda página web De lo humano y lo divino, escrita por el Padre José Gil Llorca, con quien me une la devoción por Chesterton, entre otra devociones, claro, y esa chestertoniana afición tal vez dé sus frutos en el futuro en forma de un proyecto del que, de momento, nada puedo adelantar porque la experiencia me ha enseñado que aquello que se anticipa, sin estar elaborado, se malogra. Ya os avisaré de qué se trata a su debido tiempo. Por ahora, ruego a Dios que cuide de la salud de todos, que os bendiga y nos infunda muchas ganas de vivir la vida y hacer cosas juntos. Visitad la web De lo humano y lo divino, seguro que os gustará. Y la de Guerrera, por supuesto.

CARITAS IN VERITATE


Aparentemente nunca ocurren noticias que remuevan demasiado nuestras conciencias, o son estas las que no se dejan remover demasiado por las noticias, pero pasan en el mundo algunas cosas que es preciso comentar antes de que las flamas y soflamas de los políticos y los calores mediterráneos y continentales nos devoren en el asfalto. 

Por citar un tema de mucho interés, la reciente encíclica del Papa Benedicto XVI, llamada Caritas in veritate (La caridad en la verdad, o el amor de verdad, como me gusta traducirlo a mí, con permiso de Su Santidad, el Papa Benedicto) profundiza en los problemas económicos y sociales del mundo.

Ya hay quien ha visto, no sin falta de razón, algunos puntos de contacto entre las teorías expuestas por Su Santidad y el distributismo defendido por G. K. Chesterton, H. Belloc y demás. 

Tengo pendiente una o varias entradas sobre esta teoría política, social y económica de Chesterton, el distributismo, que ahora cobra actualidad a raíz de la nueva encíclica papal. 

Cuando pueda os dejaré aquí escritas algunas pinceladas sobre las teorías económicas y sociales de los distributistas. Y, en cuanto a la encíclica del Papa, antes de hablar de ella sin conocer su contenido, como hacen algunos pazguatos en Internet, mejor será que la leamos con atención (si pincháis en el enlace, podréis acceder al texto íntegro de la encíclica, gracias a la página web de infocatólica). 

Algunos se dedican a "destrozar" al Papa sin haber echado un simple vistazo a sus escritos...

De viajes, de pesca y pescadores...

Ya que de viajes hablamos, se me ha ocurrido ofreceros, como colofón prevacacional, unos amenos y ejemplares versos de Juan Eugenio Hartzenbusch, el autor de Los amantes de Teruel (oh, eh). Esos versos hablan de viajes, precisamente, y de pescadores. Seguro que los conocéis, ya que es una de las fábulas en verso más citadas y recitadas. Ahí van:


Un pescador, vecino de Bilbao,
cogió, yo no sé dónde, un bacalao.
-¿Qué vas a hacer conmigo?
(el pez le preguntó con voz llorosa.)
El respondió: Te llevaré a mi esposa:
Ella, con pulcritud y ligereza
te cortará del cuerpo la cabeza;
negociaré después con un amigo
y si me dan por ti maravedises,
irás con él a recorrer países.
-¡Sin cabeza! ¡Ay de mí! (gritó el pescado.)
Y respondió el discreto vascongado:
¿Por esa pequeñez te desazonas?
Pues hoy viajan así muchas personas.


Espero que, si hacéis algún viaje, no os pase como en la fábula. Y que, si os gusta y podéis, practiquéis la pesca, que es un arte sutil y reposado. Pescadores hay de muchos tipos, casi tantos como peces, así que, si pescáis, que sean buenas piezas, y si sois pescados, que sea para bien. De alguna forma, queridos amigos, todos somos pescadores y el gran Pescador nos tiende a veces su hilo de plata para llevarnos, con cabeza y cariño, hasta su barca. Como escribió Chesterton, en un relato de El candor del Padre Brown ("Las pisadas misteriosas"), lectura que os recomiendo vivamente, en especial en la excelente traducción de Alfonso Reyes:


"Sí -contestó [el Padre Brown, al preguntarle si ha ocultado a un ladrón]. Yo le he pescado con anzuelo invisible y con hilo que nadie ve, y que es lo bastante largo para permitirle errar por los términos del mundo, sin que por eso se liberte".


El candor del Padre Brown (1911). Texto completo gracias a la Sociedad Chestertoniana Argentina

jueves, 12 de noviembre de 2009

AMERICAN PIE (y esRadio)

Hace unos pocos días el buen amigo Rictus Morte trajo a su blog un fragmento de Theodore Roosevelt

A primera vista, aquel presidente de los EEUU no fue un amigo demasiado generoso con España, ni con los españoles. Pero, como suele suceder, las apariencias engañan. 

Copio, con el permiso de Ric, un fragmento del fragmento de un discurso de 'Teddy' Roosevelt de 1912:


"...La fe católica inspiró aquella espléndida floración del tiempo de los Reyes Católicos, de energías intelectuales y morales más exuberantes que las de los bosques vírgenes de esta América; de aquellos frutos sazonados del siglo de oro español; ella creó el carácter hispano, robusto y viril, noble y generoso, grave y valiente hasta la temeridad; los sentimientos caballerescos de aquella raza potente de héroes, sabios, santos y guerreros, que nos parecen hoy legendarios..."



Si queréis leer la cita completa, ahí mismo, en Chez Ric's, podéis hacerlo. Viene esto a cuento de que, diez años después de aquel discurso, en 1922, el genial, infatigable, colosal y ubérrimo Gilbert Keith Chesterton, escritor y periodista inglés, se embarcaba para América a fin de dictar una serie de conferencias por las grandes ciudades del norte, sur y medioeste de EEUU.

Algunas de ellas dieron pie a su libro "What I Saw in America" (Edición española: Lo que vi en América, Renacimiento, 2009), cuya lectura empecé antes de irme de vacaciones y terminé hace unos días. 

Y viene a cuento también de que hemos celebrado (si es correcto aquí el uso del verbo 'celebrar'; mejor, conmemorar), hemos, pues, conmemorado los 70 años del inicio de la II Guerra Mundial. 

Al hilo de esto: siempre criticamos a ese monstruo llamado Hitler, con razón, pero olvidamos que no fue él quien mató, o mandó matar, al mayor número de rusos, polacos, etc., etc. No, no fue Hitler quien acabó con el mayor número de rusos: fue Stalin, por paradójico que parezca.



Si Polonia aún está irritada por el traicionero, sanguinario y vil pacto Molotov-Ribbentrop, es justo que se satisfaga su sed de justicia con un reconocimiento expreso por parte de los pueblos alemán y ruso.

Sí, porque ambos invadieron la tierra de Polonia durante aquellos lejanos días de septiembre de 1939. Sus errores llenaron Europa de los horrores de la guerra: se repartieron en dos trozos el país más azotado por el nazionalsocialismo y el comunismo de toda Europa: Polonia, sí, Polonia.



Por eso, cuando algún imbécil partidario de la secta del Progreso (comúnmente conocidos como 'progres') me sale con un alegato contra los Estados Unidos y su política, no me resisto, y le digo: ¿Estados Unidos, dices? 

Olvidas que Estados Unidos forma parte de la Historia de España, o mejor dicho: que España forma parte de la Historia de los Estados Unidos. ¿Texas? ¿Florida? ¿California? ¿San Francisco? ¿Toledo? No, no son nombres muy anglosajones que digamos. Por algo existe la Hispanic Society of America, organización que se dedica a estudiar y compartir el pasado común de las dos naciones, la española y la estadounidense. 

Ni uno ni otro país se entenderían sin comprender esa historia común y compartida. La de los primeros españoles en el que hoy es suelo de EEUU; la de los estadounidenses que vinieron a Europa a librarnos de las dos pesadillas del siglo XX: el fascismo nazi de Alemania e Italia, y el comunismo ruso, extinto con la caída del muro de Berlín.



Tras este 'speech' vespertino (disculpadme los humos, es que estoy fumando en pipa mientras escribo), pasemos al libro de Chesterton, que es de lo que en realidad quería hablaros. Chesterton era amigo, como ya se dijo, del escritor inglés de ascendencia judía Israel Zangwill

Éste escribió una obra de teatro muy popular en su época llamada "The Melting Pot", lo que se podría traducir sencillamente con la hermosa palabra española "Crisol". 

Es cierto, como señala Chesterton en su libro, que América es realmente un crisol de razas, culturas y gentes diversas. Por eso fue muy aguda la expresión de su amigo Zangwill.

Y yo me equivoqué al pensar que en este hermoso volumen, libro de viajes y de memorias, iba a encontrar referencias de Chesterton a los países de la América de habla hispana. 

Nada de eso. El libro debería haberse llamado, más correctamente, "Lo que vi en EEUU". Y lo que Chesterton vio fue variopinto, sorprendente, tierno, entrañable y esperanzador: estuvo en Nueva York, en Broadway, en Philadelphia, en Baltimore, en Chicago, en Boston, en Washington... y en otras muchas ciudades y estados de EEUU. Vio a un sinfín de personas, de tiendas, de ascensores ('elevadores', en EEUU), de campos, de fábricas, de anuncios luminosos de tabaco... 

Le confundieron con un viajante de lavadoras y con uno de los miembros de la Secta de los Diez Supremos. Fue agasajado allá donde pasó y encendió a su auditorio con su verbo paradójico, su fe en Dios y en la raza humana y su sentido común. 

Sus oyentes rieron sus bromas, le escucharon atentamente, y a su llegada a Estados Unidos fue asediado por el inevitable grupo de moscardones ('los chicos de la prensa') y los de la aduana le plantearon, en un absurdo cuestionario, algunas de estas preguntas: "¿Es usted anarquista?", o "¿Está usted a favor de subvertir el gobierno de los EEUU por la fuerza?" Y él hubiera querido contestar:



"...que preferiría responder a esa pregunta al final de mi viaje, y no al principio".


También le preguntaron aquellos agudos funcionarios de aduanas esto: "¿Es usted polígamo?" "La respuesta a esta última bien podría haber sido 'no tengo esa suerte' o 'no soy tan estúpido', en función de nuestra experiencia con el sexo opuesto". Divertidas anécdotas que se multiplican en el libro y hacen de su lectura un ligero pasatiempo. Dejo una de las mejores, de las más hermosas, para el final.


Chesterton observó América, es decir, EEUU, bajo su prisma personal. Hoy muchas de sus ideas nos parecerían algo anticuadas, como las que emplea para atacar a las pobres y sufridas 'sufragistas por el voto femenino'. En eso es cierto que se equivocaba, pero acertó a ver con claridad varias cosas, y el tiempo le ha dado la razón: vio que Inglaterra y Francia debían ser aliadas de EEUU pero no por su condición de pueblos 'anglosajones', 'anglonormandos' o por la vieja amistad galoamericana, sino por todo lo contrario: lo que más les separaba era lo que más debía unirles. Sólo comprendiéndose como pueblos distintos podrían llegar a ser aliados eficaces contra el futuro ascenso del nazismo y del comunismo, y el progresivo declive de la democracia en Europa y América.

Vio que la Prohibición fue un invento de los ricos para obtener dinero de los pobres a base de crear un mercado clandestino de venta de alcohol.

Vio que los trust americanos, fueran del petróleo, del carbón o de los grandes periódicos de la época, eran producto de la mala distribución de la riqueza en el mundo y de los plutócratas a los que Chesterton tanto odiaba. Si hubiera sido un asesino, más allá de "haber asesinado" en sus novelas policíacas, sin duda su víctima habría sido un plutócrata o un optimista.

Vio que el pueblo americano era sencillo, bonachón, muy encerrado en sus fronteras (entonces) y lleno de simpatía hacia Inglaterra, la vieja madre patria, pero crítico con el trato que la Inglaterra de entonces daba a la 'cuestión irlandesa'. El propio Chesterton siempre criticó a su país por no haber sabido acometer el problema irlandés de forma adecuada, igual que denunció el imperialismo de la época victoriana que tanto aplaudió Rudyard Kipling.

Vio en el maquinismo de la época una forma de esclavitud y odió a muerte la expresión 'ese hombre es una máquina', juzgando que era fruto del materialismo y del fatalismo del siglo XX. Ningún hombre puede nunca ser una máquina. Las máquinas no se equivocan, quienes se equivocan son los hombres al manejarlas.



Vio ciudades estruendosas de luces, colores y sonidos. Juzgó muy estimable la literatura norteamericana, empezando por sus mejores autores: Poe, Hawthorne, Melville, Twain, Whitman... Se deshizo en elogios acerca del patriotismo americano, siempre mal entendido en Europa. Alabó la decisiva intervención de los EEUU en la Primera Guerra Mundial. Condenó a Prusia y Rusia, y siempre admiró a Francia. Alabó a los mejores presidentes de EEUU: Jefferson y Lincoln, en su opinión. No vivió para ver las hazañas de Franklin D. Roosevelt ni de Kennedy. Dijo que él era liberal, pero que si hubiera nacido en EEUU tal vez votase al Partido Demócrata, a pesar de simpatizar mucho con un "whig" como Lincoln. Criticó a H. G. Wells y su idea del "Estado Mundial", hoy bastante viva, por lo que leemos.


En suma, alabó el espíritu de América, o de los EEUU; criticó el espíritu de Inglaterra y su ceguera respecto a Europa y su 'amistad' con los Estados Unidos. Elogió, especialmente, el futuro de la Democracia, advirtiendo de que su futuro estaba en serio peligro (la Segunda Guerra Mundial vino a darle la razón) pero confiando en que siempre habría gente dispuesta a defenderla y a defender la Libertad.


Os dije que la mejor anécdota iba al final. Es como sigue: estando en un restaurante de Nueva York se fijó en un camarero de origen búlgaro, y le dijo: "Me temo que no sé tanto como debería sobre Bulgaria. Supongo que la mayoría de vosotros seréis agricultores, ¿estoy en lo cierto?". A lo que el búlgaro respondió con esta sentencia, esta máxima filosófica popular, cargada de razón: "Así es. De la tierra hemos venido y a la tierra volveremos; cuando los hombres se alejan de ella, están perdidos".