miércoles, 2 de febrero de 2011

LOS PAÍSES DE COLORES

¿A que sería maravilloso poseer unas gafas azules con las cuales viéramos todo de color azul, los árboles azules como el cielo, las aves azules como el mar o ver la luna azul como el hielo? ¿Y a que también sería estupendo ponerse unas gafas rojas con las cuales ver todo de color rojo, los edificios rojos como el amanecer, la playa roja como los labios rojos de una mujer, los bosques rojos como si estuvieran incendiándose? ¿O unas gafas verdes para ver las nubes verdes como si fueran verde hierba o ver elefantes de color verde en una llano tan verde que pareciera de verdad? 

Esto es lo que podría haberte preguntado el mismo hombre extraño y desconocido que un día encontró el pequeño Tommy, protagonista de la historia "Los países de colores", con la que se abre el libro Los países de colores (The Coloured Lands, 1938), escrito por nuestro querido Gilbert  Keith Chesterton

Para quien desee saber cómo termina la curiosa historia del pequeño Tommy y su amigo, el desconocido portador de esas gafas tan peculiares, le recomiendo que lea este bello libro que la editorial Valdemar acaba de publicar en diciembre del año pasado. 

Valdemar, cuyos libros en sus diversas colecciones se presentan magníficamente bien editados y siempre con traducciones nuevas, ha rescatado este libro de Chesterton,  publicado póstumamente (como sabéis, Chesterton murió en 1936), añadiendo uno más a los muchos que ya lleva editados. 

Los admiradores y fans de Chesterton en España debemos darle las gracias a Valdemar por revitalizar la publicación de libros del gran genio inglés. Y, en particular, por darnos la ocasión de disfrutar de este libro, que contiene muchos textos de Chesterton inéditos hasta ahora en castellano y, sobre todo, por ir acompañado de treinta dibujos realizados por el autor que, sin duda, harán las delicias de los niños de cualquier edad, aunque algunos textos -en especial, los poemas- no estén pensados para los niños.

En efecto, el libro presenta relatos, poemas y divertimentos varios de Chesterton, escritos a lo largo de toda se vida: desde la historia llamada "Half-Hours in Hades" ("Medias horas en el Hades"), escrita en 1891, cuando Chesterton tenía solo 17 años de edad, hasta el artículo "Navidad y los primeros juegos", escrito en 1934, dos años antes de su fallecimiento. Medias horas en el Hades, subtitulado como Manual Elemental de Demonología, es un divertido y falso tratado sobre los diversos tipos de demonios que se han ido apareciendo a la Humanidad a lo largo de la Historia: desde la Serpiente de jardín a Fausto, pasando por el Fauno o demonio medieval o el Ángel caído del Paraíso perdido de Milton. El supuesto manual va ilustrado con los dibujos de Chesterton, soberbios, exquisitos y excelente muestra del peculiar estilo de dibujo del autor, llenos de maestría y de buen humor, realmente magníficos.

El libro contiene también una historia completa a color, titulada The Disadvantage of Having Two Heads (La desventaja de tener dos cabezas), que puede considerarse un auténtico cuento de hadas, con su héroe humilde y lleno de valentía, su princesa atrapada y luego rescatada, y hasta sus gigantes, uno de ellos con dos cabezas. Es sabido que Chesterton amaba los cuentos de hadas y, por tanto, no es extraño que él mismo escribiera uno que destila ingenio, originalidad y buen humor.

Siempre se ha admirado a nuestro autor por su fino estilo, su capacidad descriptiva, su ingenio en la construcción de ideas y pensamientos originales, su maestría a la hora de elaborar agudas paradojas y juegos de palabras, pero mucha gente apenas conoce la otra faceta de Chesterton: la del dibujo, la de la pintura. 

En su juventud estudió pintura en la Slade School of Arts con la resuelta decisión de convertirse algún día en un célebre pintor. La vida le llevó por los arduos y peliagudos caminos del periodismo escrito, pero nunca dejó de ilustrar sus propias historias y las de otros, nunca abandonó el hábito de dibujar y abocetar muñecos a cual más travieso y alocado, bien mediante un trozo de carboncillo, bien a lápiz, pastel o acuarelas. 

Por tanto, no sólo fue un maestro de la narrativa y del ensayo sino que también hemos de considerarle como uno de los dibujantes de estilo más original y ameno. En ese sentido bien se puede afirmar que fue casi un artista del Renacimiento, capaz de escribir, dibujar, pintar y diseñar maquetas y pequeños teatros animados. Este libro pone de manifiesto su tremendo talento, no sólo como creador de divertidas historias o poemas, sino como dibujante de mundos maravillosos, grotescos a veces, crueles otras, pero siempre encantadores y fascinantes.

Son particularmente reseñables sus series de dibujos llamadas "Pictures from the Paint Box" (Dibujos de la caja de pinturas) o los "Inmortal Idiots" (Idiotas inmortales), donde se atreve a caricaturizar a algunos personajes de la Historia, tales como "Abel o cascado", "Carlos I, o perdiendo la cabeza", "Nelson, o un hombre incompleto", etc. Por suerte, en Internet pueden verse algunos de estos dibujos, que traigo aquí para deleite de todos vosotros.

El propio autor se ríe de sí mismo y se caricaturiza en más de una ocasión, siempre con ese aspecto desgarbado que le caracterizaba, con su enorme cuerpo, cubierto por la capa y el ancho sombrero que le hicieron famoso por las calles de Londres.

En fin, el libro se cierra con uno de los mejores cuentos -al menos, es uno de los que personalmente más me gustan- que escribió Gilbert Chesterton: se llama "Añoranza del hogar estando en casa" y relata la historia de White Wynd, un hombre que, a modo de Ulises moderno, deja su hogar y se pone a viajar por todo el mundo en busca de aventuras para descubrir al final que el lugar que anhelaba era su propio hogar. El autor lo deja claro desde el principio: "El viaje más corto desde un lugar hasta el mismo lugar es alrededor del mundo". Una fábula encantadora que, después de disfrutar de todos los poemas, artículos y relatos anteriores, dejará al lector con un dulce sabor de boca. Tras cerrar el libro y, pasado el tiempo, quedará fijo en vuestra mente el recuerdo imborrable de unos maravillosos países de colores donde todos los prusianos son azul de Prusia, los verduleros son verdes y en Siena predomina el color siena quemado.

Queridos amigos: ¡que lo disfrutéis! Si podéis leerlo, sea cuando sea, ya me contaréis si os decía la verdad o, dada mi incondicional admiración por G.K.C., exageraba hasta el infinito. Os deseo lo mejor. Que Dios os bendiga y la Virgen os proteja siempre. Hasta pronto.