sábado, 14 de noviembre de 2009

Los soñadores del Gueto: De Cervantes a Zangwill


LOS SOÑADORES DEL GUETO

Como un personaje más de su novela, Miguel de Cervantes, tras dejar con las espadas en alto al ingenioso hidalgo Don Quijote y al vizcaíno fingido, sin saber cómo continuaría esa historia, escribe estas palabras: «como yo soy aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía y vile con caracteres que conocí ser arábigos» (Quijote, I, cap. 9). 


En esos cartapacios con caracteres arábigos encontraría la continuación de la historia de Don Quijote, narrada por el historiador Cide Hamete Benegeli. La interrupción de la narración del episodio del vizcaíno fingido, el hacerse pasar por personaje y la invención de un narrador secundario como Cide Hamete son algunas de las más afortunadas innovaciones novelísticas del genial Don Miguel. Pero no es de esto de lo que deseaba hablaros.

Traigo esta referencia cervantina a cuento de algo que me sucedió hace unos días. Aunque no sean los papeles rotos de las calles, a mí también me gusta pararme a ver los puestos de libros. Así, echando un vistazo a lo que tenían, me topé con un libro que me llamó la atención desde el primer momento. 


El volumen, bastante viejo, tenía las tapas en rojo y al abrirlo descubrí que se trataba de Traümer des Ghetto, de Israel Zangwill (si pincháis en el nombre os remitirá al artículo que Wikipedia le dedica). El título del libro significa "Los soñadores del Gueto" y es una traducción al alemán de la novela (y conjunto de ensayos sobre Spinoza, Heine y Lassalle) Dreamers of the Ghetto, que apareció en 1898. 

El ejemplar que tenía en mis manos era una primera edición, publicada en Berlín en 1908 y traducida por el Dr. Hanns Heinz Ewers. ¡Un libro que tenía más de un siglo! Fue una gran sorpresa, porque nunca antes había visto ningún libro de ese autor. 

Confieso que no he leído nada de Zangwill, pero sabía que era un escritor inglés, de ascendencia judía, y que además había sido amigo de Chesterton (existe una foto en la que aparecen los dos juntos paseando, pero no he podido encontrarla en Internet). Por cierto que, en un momento de su vida, Chesterton fue acusado de antisemitismo. La amistad con Zangwill, además de muchas referencias sobre Israel y la historia del pueblo judío en algunas de sus obras, desmienten por completo esa injusta afirmación.

En aquel instante, me asaltó la duda de si comprarlo o no. La oferta era dos libros por cinco euros y, aunque era muy barato, lo dejé en el puesto y me marché. No sé leer alemán (ya me cuesta leer inglés, conque alemán, imaginaos...), así que me fui. Más de una vez me ha pasado ver un libro que me gustaba, dejarlo por diversos motivos y cuando, algún tiempo después, me decidí a comprarlo, ya había volado. 


En fin, pudo más mi fetichismo de bibliófilo y, a los pocos días, al pasar por el puesto, me acerqué de nuevo a ver si el librito continuaba allí. En efecto, ahí estaba. Cogí el volumen de Zangwill y otro (Entre bobos anda el juego, comedia de Francisco de Rojas Zorrilla), pagué los cinco euros y me los llevé a casa.

Sé que nunca leeré esa edición y tal vez nunca lea el libro (creo que existe una traducción al castellano), pero me apetecía tenerlo. Pienso en la barbarie que el nazismo alemán perpetró contra los judíos, la tragedia del Holocausto que ahora, con tanta desfachatez, niegan algunos personajes impresentables, y ese sentimiento me estremece al ver el libro. 


Ni Zangwill, que murió en 1926, ni Chesterton, que falleció en 1936, llegaron a conocer aquel horror. Es cierto que a Chesterton no se le pasó por alto el ascenso del nazismo hitleriano y advirtió de sus peligros para toda Europa. Como nosotros sabemos lo que ocurrió, de ningún modo podemos olvidar o negar ese hecho infame y execrable, aunque esto no supone que justifiquemos absolutamente todo lo que hace Israel en la actualidad.

Los soñadores del Gueto tienen derecho a seguir soñando; los soñadores de todos los pueblos del mundo tienen derecho a seguir soñando. 


TENEMOS DERECHO A SEGUIR SOÑANDO...

2 comentarios:

Fran Capitán dijo...

TENEMOS DERECHO A SEGUIR SOÑANDO...

Doramas dijo...

Muy bueno, soñar no se puede prohibir.

Adelante, que ellos son muchos y nosotros tenemos el poder de la red.