sábado, 14 de noviembre de 2009

De viajes, de pesca y pescadores...

Ya que de viajes hablamos, se me ha ocurrido ofreceros, como colofón prevacacional, unos amenos y ejemplares versos de Juan Eugenio Hartzenbusch, el autor de Los amantes de Teruel (oh, eh). Esos versos hablan de viajes, precisamente, y de pescadores. Seguro que los conocéis, ya que es una de las fábulas en verso más citadas y recitadas. Ahí van:


Un pescador, vecino de Bilbao,
cogió, yo no sé dónde, un bacalao.
-¿Qué vas a hacer conmigo?
(el pez le preguntó con voz llorosa.)
El respondió: Te llevaré a mi esposa:
Ella, con pulcritud y ligereza
te cortará del cuerpo la cabeza;
negociaré después con un amigo
y si me dan por ti maravedises,
irás con él a recorrer países.
-¡Sin cabeza! ¡Ay de mí! (gritó el pescado.)
Y respondió el discreto vascongado:
¿Por esa pequeñez te desazonas?
Pues hoy viajan así muchas personas.


Espero que, si hacéis algún viaje, no os pase como en la fábula. Y que, si os gusta y podéis, practiquéis la pesca, que es un arte sutil y reposado. Pescadores hay de muchos tipos, casi tantos como peces, así que, si pescáis, que sean buenas piezas, y si sois pescados, que sea para bien. De alguna forma, queridos amigos, todos somos pescadores y el gran Pescador nos tiende a veces su hilo de plata para llevarnos, con cabeza y cariño, hasta su barca. Como escribió Chesterton, en un relato de El candor del Padre Brown ("Las pisadas misteriosas"), lectura que os recomiendo vivamente, en especial en la excelente traducción de Alfonso Reyes:


"Sí -contestó [el Padre Brown, al preguntarle si ha ocultado a un ladrón]. Yo le he pescado con anzuelo invisible y con hilo que nadie ve, y que es lo bastante largo para permitirle errar por los términos del mundo, sin que por eso se liberte".


El candor del Padre Brown (1911). Texto completo gracias a la Sociedad Chestertoniana Argentina

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