Emma "Emmuska" Orczy, Baronesa de Orczy (1865-1947), fue, además de aristócrata, novelista y la creadora del célebre personaje de la Pimpinela Escarlata (The Scarlet Pimpernel, 1905), protagonista de una serie de novelas en las que ese intrépido aventurero inglés, oculto bajo los más impensables disfraces, se dedicaba a rescatar y salvar a condes, barones y otros nobles franceses atribulados para ayudarles a escapar de la cruel Madame Guillotine, en los sangrientos tiempos de la Revolución francesa y del régimen del Terror de Robespierre y compañía.
Hoy que vivimos en un mundo en permanente cambio y donde los aristócratas y nobles están, en general, muy mal vistos, no sabemos si quien tendría que haber escapado habría sido el propio Pimpinela, antes de ser perseguido por los "indignados" de medio mundo. Sea como fuere, este sagaz personaje le dio fama a la Baronesa de Orzcy, aunque si ahora la traemos aquí para someterla a vuestro buen juicio y consideración no es como creadora de la Pimpinela Escarlata, sino como autora de relatos de misterio.
En efecto, la Baronesa de Orczy es también la creadora de un singular detective, el viejo en el rincón. Lo peculiar de este "viejo en el rincón" es precisamente que pertenece a esa especie de detectives que resuelven los casos que se les plantean sin moverse de su residencia.
En realidad, este era uno de los tipos o formas que ya había preludiado el genial Edgar Allan Poe en su historia "El misterio de Marie Rôget", ya tratado en las páginas de este blog. En esa aventura, el analítico Dupin desvela el asunto sin moverse de su cuarto, guiándose tan solo por las especulaciones que realiza al leer los artículos de diversos periódicos parisinos. De igual modo, el viejo en el rincón desentraña los enigmas que le plantean sin moverse de su "rincón". Más adelante me referiré a otros célebres personajes de esta extraña estirpe de 'detectives inmóviles'.
La primera aparición del viejo en el rincón (The Old Man in the Corner) es de 1901, en la revista The Royal Magazine, en una serie de "Seis misterios de Londres", aunque la primera vez que vio la luz en forma de libro fue en 1909, en un volumen de breves historias policiales, entre las que destacan "La misteriosa muerte en Percy Street", "El crimen de Regent's Park" o "El misterio de Dublín", entre otros.
Las historias son narradas por la señorita Polly Burton, una joven periodista, tal vez trasunto juvenil de la propia baronesa, que relata de forma amena y objetiva las asombrosas cualidades deductivas que el viejo en el rincón usa para desvelar los más intrincados misterios.
No sabemos a ciencia cierta quién es este hombre tan agudo e inteligente. Tampoco se nos dice cómo se llama o a qué se dedicaba en su juventud. Lo que sabemos es que el viejo es un hombre que razona sin moverse, un hombre que es puro pensamiento desde la inmovilidad de su cuarto. Mientras se encuentra sentado en un sillón, tomando té con leche y tarta de queso, realiza los más sorprendentes ejercicios de análisis deductivo, llegando a desenmascarar a muchos criminales.
Cabe decir que el viejo en el rincón sería la antítesis de todos aquellos detectives de acción, al estilo de la mejor novela negra, tales como Sam Spade, Philip Marlowe o Lew Archer, por citar a los más conocidos. El viejo no precisa de rocambolescas aventuras, de arriesgados números de circo ni de acrobacias con una pistola en ristre. Es un hombre ciertamente intelectual, como el Profesor Van Dusen, de Futrelle, pero más viejo. Su inmovilidad se debe, sin duda, a su vejez pero ese impedimento físico no le afecta para nada para el desarrollo de sus capacidades mentales.
Se ha escrito que el personaje de la Baronesa de Orczy es el primero de los detectives inmóviles o "de sillón" (armchair detectives, por decirlo en la forma inglesa) pero ya hemos visto que existía el conocido antecedente de Poe, aunque lo que en Dupin es cosa de una aventura, se constituye en rasgo permanente e indiscutible del viejo. Otros detectives "de sillón" serían el orondo bebedor de cerveza y cultivador de orquídeas, Nero Wolfe, de Rex Stout (a quien en un futuro le dedicaremos algunas entradas aquí) o el cachazudo Isidro Parodi, de Borges y Bioy Casares, que resuelve los enigmas desde su celda, en la que cumple condena por un delito que, encima, no cometió.
En suma, el "viejo en el rincón" es uno de los detectives más peculiares de la amplísima galería de personajes que el género nos ha dejado desde que comenzara oficialmente, con las narraciones detectivescas de Poe, de mediados del siglo XIX.
El gran mérito de la Baronesa de Orczy fue dotar de consistencia, validez y amenidad a un tipo de detective que podría no haber durado más de un par de casos. Lo peor es que, dada la inmovilidad y estatismo del personaje, muchos de los crímenes quedan resueltos pero nadie se ocupa de atrapar al culpable, con lo que se infringe una regla básica de la narración policial: que la acción de la Justicia alcance a los malhechores.
Con todo, merece la pena que los lectores se acerquen a las historias del "viejo en el rincón". Sin duda, se divertirán. Las próximas entradas sobre novela policial estarán dedicadas (al fin) a las aventuras del Padre Brown, de nuestro querido y admirado Gilbert Keith Chesterton.
Que Dios os bendiga a todos y Nuestra Señora os proteja siempre.
Hasta pronto, amigos.
5 comentarios:
¡¡ Por fin !! Luego me paso, ahora no tengo tiempo.
Jajaja. Vale, amiga.
A ver si me paso yo por el tuyo, que a buen seguro habrás publicado varios post maravillosos, llenos de la 'belleza de lo humano'.
Hasta luego, Zambullida
Muy buena la idea de los "indignados" persiguiendo a Pimpinela Escarlata. He de confesar que he soltado una carcajada al leerlo.
Por otra parte, la idea de resolver crímenes sin moverse de un rincón me parece muy seductora; ten en cuenta que soy casera y contemplativa. Aunque, de vez en cuando, no me importaría abandonar mi retiro para hacer entrevistas a los sospechosos y, de paso, saborear una taza de té.
Por cierto, tú que conoces, por lo que se ve, bien Inglaterra ¿No te parece que los ingleses son excesivamente fríos?
Gracias por los comentarios, amiga. La idea de los 'indignados' corriendo detrás del pobre Pimpinela me vino así, de improviso. Me alegro de que te hiciera reír.
En efecto, los ingleses pasan por ser fríos, esquivos y estirados, muy diferentes del tipo de europeo mediterráneo. Aunque me figuro que habrá de todo y habrá alggún inglés más cálido. Los simpáticos, según tengo entendido, son los irlandeses.
Besos, amiga
¿Es que no nos vas a felicitar la Navidad?
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