martes, 14 de diciembre de 2010

SOBRE SAN JUAN DE LA CRUZ

El blog de la SOCIEDAD CHESTERTONIANA DE ESPAÑA se complace en presentaros un sencillo homenaje a san Juan de la Cruz, Patrón de los Poetas de Lengua castellana, Doctor de la Iglesia, escrito por la esposa del administrador de estas páginas. Ella ha redactado una tesina maravillosa dedicada al santo de Fontiveros (Ávila), “san Juanillo”, como ella lo llama. De su tesina extraemos un fragmento que estamos seguros de que os gustará. Leedlo, merece la pena:

No debe imaginarse a san Juan de la Cruz como un hombre entregado con ardor a la aventura de la palabra. No debe tampoco prefigurarse la imagen de un monje bibliófilo enfrascado en la lectura constante de obras de erudición profunda. San Juan era un hombre sencillo de gustos sencillos, amante de la vida que sentía como regalo de Dios. Y como amante de la vida que era, amaba cada palabra que escuchaba o que leía, lo mismo que amó sus laderas y sus montes, sus valles solitarios o sus ínsulas de extraña fantasía. 

Examinado en el amor, materia en la que jamás existió un experto tan notable, no quiso adoptar la vía mística del silencio sino que su corazón rebosante le empujó a compartir con sus hermanos la gracia de la que Dios le hizo merecedor.

No muy distinta de la de otros hombres de letras renacentistas debió ser la formación de san Juan. Su etapa universitaria le marcó el sendero de la filosofía y la teología. 

En la Biblia supo encontrar la misma inspiración transformadora que encontrara Petrarca antes que él, y a la vez, fue la tabla de náufrago que lo salvó en mil ocasiones de la herejía. Fue su punto de cordura en el delirio y su norte sereno cuando su discurso se transformaba en laberinto intransitable. 

Gozó con la dulzura del verso petrarquista, con la sonora voz de Garcilaso o Nemoroso y con la sabiduría secreta de Fray Luis. Y escuchó –y los hizo suyos– los cantos de la gente sencilla como él, porque en la simplicidad de su palabra encontró la pureza de la expresión del corazón.

En san Juan conviven todas estas realidades literarias por igual. Y todas ellas confluyen hacia el mismo centro. Para san Juan no existe nada vacío de sentido, todo transformaba la permeabilidad de su alma y en todo halló un camino despejado hacia la trascendencia.

Aunque su formación no distara mucho de las de los hombres de su tiempo, su personalísima voz y su forma de construir lo convierten en un producto atípico, atemporal y aislado. San Juan parece un romántico iluminado en un mundo de hormas petrarquistas. Quizá como ningún otro encontró una vena alucinante que lo conectaba con lo más profundo y elevado de sus entrañas. 

Nunca temió salirse de los moldes, nunca los moldes le sirvieron para ningún propósito. No bebió de las fuentes como sus contemporáneos, sino que en ellas halló un dulce refrigerio para su imaginación. Nunca imitó a nadie que no fuera Cristo. Nada le detuvo porque su amor no estaba en este mundo, y la vía a recorrer aún era larga. Sólo tomó aquello que necesitó de todo lo que aprendió durante su vida, aunque algunos ecos estén siempre presentes en sus escritos y destilen el perfume sabroso del Cantar que más amó.

San Juan fue un alquimista de la palabra, de sus significantes y sus sentidos, y de la tradición y la sabiduría antigua. En su laboratorio poético convivían por igual las imágenes recobradas de sus experiencias extáticas de meditación, la naturaleza, recreada y recreadora que condujo sus pasos entre los versos del Cántico, el magisterio platónico y el neoplatonismo antiguo y renacentista, las palabras inflamadas de la charla cotidiana con Teresa o con Ana. 

Todo eso supo, como nadie, transformarlo en el discurso sereno de su corazón. En san Juan, Platón no suena a Platón, suena a san Juan, Garcilaso parece un creacionismo, las coplas de labranza son coplas de huerto o de caverna, y la Biblia rezuma a texto nuevo de grata reescritura. 

Espero que os haya gustado este texto escrito por mi esposa, con tanto amor y tanta sabiduría. Le doy las  gracias a ella por permitirme publicar parte de su tesina y a vosotros, por leerlo y comentarlo. Os deseo lo mejor. Que Dios os bendiga y hasta la próxima.