domingo, 29 de agosto de 2010

DE NUEVO, LOS CHESTERTONS

Con el regreso de las vacaciones, se impone volver al blog, para saludaros a todos, deseando que hayáis pasado un buen verano, o que lo paséis, si es que vais a tener las vacaciones en septiembre. Vuelvo con las pilas recargadas y muchas ganas de seguir escribiendo sobre Chesterton, las novelas de detectives y cualquier otro tema que se tercie. 

De hecho, uno de los libros que he podido leer este verano es el de Los Chestertons, de Ada Jones, la esposa de Cecil Chesterton. Ya que en una entrada anterior os prometí comentar este libro, aquí va la reseña. Se trata de un volumen de memorias, escrito durante los difíciles años de la Segunda Guerra Mundial, cuando Londres estaba siendo bombardeada por la aviación alemana y se temía por una victoria de los nazis. La autora, como ya escribí, era Ada Jones, periodista y escritora casada con Cecil, hermano menor de G.K. Chesterton. El libro está compuesto por 19 capítulos en los que la autora escribe cómo conoció a los hermanos Chesterton, cómo fue su vida de periodista a principios del siglo XX y termina con la muerte de Chesterton y de su esposa, Frances Blogg

Es un ameno recorrido por la vida íntima de los dos famosos hermanos, aunque no exento de ciertas críticas que luego señalaré. 

Comienza tratando sobre la vida en Warwick Gardens, la residencia de los padres de los Chestertons, Edward, apodado por todos como Míster, y Marie Louise, la madre, por quien Ada Jones sentía un cariño muy especial. De hecho, a ella es a quien dedica los mayores elogios del libro, destacando su inteligencia, su buen gusto y la buena educación que supo inculcarles a los dos hermanos. 

La autora revela muchos datos de la vida familiar en Warwick Gardens: la afición de Edward por el diseño de teatrillos de juguete y otras manualidades o lo concurridas que eran las fiestas en casa de los Chestertons, siempre llena de amigos y familiares. En aquella casa, Ada Jones compartió muchos momentos con la que luego sería su familia y, en especial, con su futuro esposo, Cecil.

Por sorprendente que pueda parecer, aunque llevaban mucho tiempo como novios, Ada tardó mucho en darle el "sí quiero" a Cecil. Tuvo que llegar la Primera Guerra Mundial, en la que Cecil se alistó como voluntario, para que ella aceptase casarse. Es muy emocionante cómo cuenta cada encuentro que tenían, él con su uniforme y ella enamorada. Antes la autora nos relata cómo Cecil fundó junto con su gran amigo Hilaire Belloc el periódico del Eye Witness, que denunciaría la corrupción en la política inglesa de aquellos años. La más célebre de aquellas denuncias fue la del caso Marconi, cuando Cecil y los periodistas del Eye Witness acusaron a varios miembros del gobierno de beneficiarse con la venta de acciones y de comprar títulos nobiliarios. Por aquellas denuncias, Cecil fue juzgado y, cuando todos creían que iría a prisión, la cosa quedo en una multa, algo que enfadó bastante a sus enemigos, los hermanos Isaacs. Fue una gran victoria de Cecil y del Eye Witness

Aquellos años de Fleet Street, la calle donde antaño estaban las redacciones de todos los periódicos ingleses, aparecen retratados por Ada Jones con una mezcla de melancolía, nostalgia y satisfacción por el deber cumplido. La autora menciona muchas veces a lo largo del libro que esa fue una de las épocas más felices de su vida y que tan solo sintió que Gilbert Chesterton tuviera que mudarse de Londres hasta Beaconsfield, donde según ella estaba exiliado y no volvería a ser el mismo, tan chispeante y agudo como antaño. Hay que señalar que fue Frances la que obligó a su marido a salir de Londres, pensando en su salud, y en que el bullicio de los pubs y de la comidilla periodística le afectaría. Pero eso es algo que Ada Jones vio entonces con malos ojos y así lo deja escrito varias veces en su libro. Según ella, esa especie de exilio acabó en parte con el genio de Gilbert, ya que sus mejores obras las escribió antes. Esta opinión es discutible, aunque puede que no le falte algo de razón a la autora.

La Primera Guerra Mundial trastornó la vida de Cecil y tuvo que ser su hermano quien se hiciera cargo del periódico, aunque según Ada Jones no estaba tan capacitado como Cecil para la dirección y administración del diario, el cual cambió con los años su nombre, llamándose New Witness para terminar como el G.K.'s Weekly (El semanario de G.K), para aprovechar la enorme fama del autor. Ada continuó colaborando con el diario refundado, pero siempre lamentó la ausencia de Cecil. En efecto, cuando la Primera Guerra Mundial terminó, Cecil estaba enfermo en Francia y Ada apenas tuvo tiempo de llegar hasta el hospital donde se encontraba para despedirse de su agonizante esposo. Leer las páginas donde relata los últimos momentos de Cecil es de lo más emocionante del libro. Como tributo en memoria de su esposo, Ada impulsó la creación de unas casas donde las mujeres sin empleo y sin familia podrían ser acogidas y cuidadas: se llamaron las "Cecil House" y dieron calor a muchas de aquellas mujeres abandonadas o que habían perdido a sus maridos en la guerra.

También resulta interesante leer lo que la autora nos cuenta acerca de la intimidad de los Chestertons, de su ingenio en las mil y una polémicas en las quese vieron envueltos, o del arte con el que escribían, cantaban o hacían teatro. Así, comenta que a Gilbert le gustaba escribir en habitaciones muy pequeñas, tal vez porque en ellas lograba concentrarse mejor.

Sin embargo, me parece que en el libro sobraban ciertos comentarios acerca de la vida conyugal del matrimonio entre Gilbert y Frances. La autora deja entrever que la influencia de Frances sobre su marido no siempre fue buena para él, y sobre todo, lo que me parece muy grosero por su parte, sugiere que ambos nunca llegaron a realizar el acto amoroso, por culpa de los dolores de espalda de Frances y del excesivo respeto que le tenía Gilbert. Ese comentario es algo de tan mal gusto que Ada Jones podría muy bien el habérselo ahorrado. No obstante, siempre sintió cariño hacia esta pareja y creo que por este desliz no debemos juzgar demasiado duramente a la autora.

Más allá de estas intimidades escabrosas, el libro rezuma datos de sumo interés para todos aquellos aficionados a la vida y a las obras de los hermanos Chesterton. Estoy seguro de que, si llegáis a leerlo, no os defraudará, porque también es un ameno testimonio de toda una época bien reflejada por su autora en todos los campos, desde la política al arte pasando por la literatura.

Os invito a que lo leáis, si tenéis tiempo y ganas, pues estoy convencido de que no os decepcionará y podréis conocer mejor cómo eran los Chestertons.

Que Dios os bendiga, Nuestra Señora os proteja y paséis unos días felices junto a las personas que os quieren. Hasta muy pronto, amigos.